Liderando en medio de pruebas

Escrito por: Bob Kauflin

Director de Gracia Soberana Música

He recibido más de una vez la pregunta de cómo se puede guiar a las personas a cantar alabanzas a Dios cuando uno mismo está atravesando pruebas personales. Este fin de semana pasado tuve la oportunidad de descubrirlo de primera mano.

Estuve fuera de la ciudad la semana pasada y el miércoles por la mañana recibí una llamada de mi hijo, Jordan. Él y su esposa, Tali, tienen tres niños pequeños y actualmente viven con nosotros mientras Jordan asiste al Sovereign Grace Pastor’s College.

“Papá, ¿tienes unos minutos?” me preguntó. No esperaba lo que dijo después.

“Tuvimos que llevar a Jack al hospital anoche. Los doctores dicen que tiene cáncer.”

Tuve uno de esos momentos en los que el mundo parece detenerse y te preguntas si esto realmente está pasando. De repente, el futuro se veía muy diferente.

Las pruebas revelaron que Jack, de 2 años, tiene leucemia. Por la gracia de Dios, es el “mejor” tipo de leucemia que se puede tener, con una tasa de recuperación de más del 90%. Aun así, si todo sale bien, pasarán al menos tres años antes de que podamos decir que Jack está completamente recuperado. Y siempre está ese 5-10% que nunca se recupera.

Estaba programado para dirigir el canto en nuestra iglesia el domingo por la mañana, y las canciones ya habían sido elegidas. El enfoque era el amor personal, particular y apasionado del Padre por aquellos que ha escogido desde antes de la fundación del mundo y adoptado en Jesucristo. Aquí está la lista:

  • Praise the Lord (Todo lo que respira) (Doug Plank/Bob Kauflin)
  • The Father’s Love (Maravilloso amor) (Joel Sczebel)
  • How Deep the Father’s Love (Profundo amor del Padre Dios) (Stuart Townend)
  • The Lord Is (Pat Sczebel/Bob Kauflin)

Supongo que podría haber luchado con la aparente dicotomía entre mis circunstancias y las canciones que estábamos cantando. O haber ignorado por completo lo que mi familia estaba atravesando y fingir que nada estaba mal. O quejarme de lo difícil que es la vida a veces.

Por la gracia de Dios, en realidad encontré un gran consuelo en Él a través de las verdades que cantamos. Así que después de la primera canción, que está basada en el Salmo 150, compartí algunos pensamientos, no solo para la iglesia, sino también para mi propia alma.

En la Escritura, Dios nunca nos da el mandato de alabarlo sin darnos razones para hacerlo. En el Salmo 150 se nos dice que alabemos a Dios por sus proezas y su inmensa grandeza. Vemos lo mismo en el Salmo 103, donde David nos dice que bendigamos al Señor y luego nos da múltiples razones por las cuales hacerlo. Esto es lo que dice:

Sal. 103:1 Bendice, alma mía, al SEÑOR, y bendiga todo mi ser su santo nombre.
2 Bendice, alma mía, al SEÑOR, y no olvides ninguno de sus beneficios.
3 Él es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias.
4 El que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores y misericordias.
5 El que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila.

8 Misericordioso y clemente es el SEÑOR, lento para la ira y grande en misericordia.
9 No contenderá para siempre, ni para siempre guardará el enojo.
10 No nos ha tratado conforme a nuestros pecados, ni nos ha pagado conforme a nuestras iniquidades.
11 Porque como la altura de los cielos sobre la tierra, engrandeció su misericordia sobre los que le temen.
12 Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones.
13 Como el padre se compadece de los hijos, se compadece el SEÑOR de los que le temen.
14 Porque él conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo.

Como aquellos que hemos sido reconciliados con Dios a través de la obra expiatoria de Jesucristo, tenemos un número infinito de razones para alabar a Dios. No sé qué estabas pensando cuando entraste esta mañana, si te has estado preguntando si Dios conoce las pruebas que enfrentas o si siquiera está al tanto de tu existencia. Lo que sí sé es que pensamientos como esos no nos llevarán a alabar al Señor. Pero su Palabra nos dice: “Como el padre se compadece de los hijos, se compadece el Señor de los que le temen. Porque él conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo.”

Dios no está “allá afuera en algún lugar.” Gracias a Jesús, alabamos a un Padre amoroso que conoce nuestra condición, que conoce las pruebas que enfrentamos y que está obrando todas las cosas para nuestro bien y su gloria. Él es el Dios que no nos tratará conforme a nuestros pecados y que ha alejado nuestras transgresiones de nosotros tan lejos como está el oriente del occidente. Él es el que sana todas nuestras enfermedades y rescata nuestra vida del hoyo. ¿Cómo no alabarlo?

Así que aquí está el punto. No dirigimos a otros desde un vacío o una forma de cristianismo esterilizada que no tiene ninguna semejanza con la vida real. Es importante que tomemos tiempo para lamentarnos, reconocer el dolor y confesar nuestras luchas. Pero cuando te encuentres guiando en medio de la debilidad, los desafíos y las pruebas, no minimices lo que está sucediendo ni sucumbas en la desesperación por tus cargas. Levanta tus ojos, así como levantas los ojos de otros, al Padre cuyas compasiones nunca fallan y al Salvador cuyas misericordias son nuevas cada mañana.

Ya sea que Dios cambie nuestras pruebas o, más importante aún, nos cambie a nosotros a través de ellas, lo alabamos ahora con la gozosa anticipación del día en que Él enjugará toda lágrima de nuestros ojos (Ap. 21:4).

PD: Descubrimos que, debido a que Jack está respondiendo tan bien a los tratamientos de quimioterapia, hoy vuelve a casa. Dios es bueno.

*Originalmente publicado por Bob Kauflin en worshipmatters.com