¿Qué dices cuando lideras la adoración? Parte 1

Escrito por: Bob Kauflin

Director de Gracia Soberana Música

El año pasado, en la conferencia WorshipGod, tuve la oportunidad de enseñar un seminario titulado “¿De qué estás hablando? Qué decir cuando no estás cantando”. Quería abordar la clásica pregunta sobre qué decir, si es que hay que decir algo, cuando estamos liderando la adoración congregacional. ¿Qué palabras pueden inspirar a las personas a adorar a Dios mientras cantamos y cuáles podrían ser un obstáculo?

Comencé compartiendo que nuestro primer enfoque no debería ser lo que decimos en público, sino lo que buscamos en privado. Decir las palabras correctas sin tener el corazón correcto nos lleva a la hipocresía. No podemos esperar que la iglesia sea impactada por verdades que a nosotros mismos no nos han impactado.

Luego hablé sobre algunos estereotipos comunes que he encontrado a lo largo de los años, ya sea en mí mismo o en otros. Tal vez reconozcas algunos de ellos:

El Maestro – Por los diez minutos de explicación que da entre cada canción, se nota que desearía ser el pastor o que cree que debería serlo. Quiere que sepas que es mucho más que un simple músico.

El Emotivo – Sabes que algo lo ha conmovido, pero no estás seguro de qué. En distintos momentos, llora, ríe, cambia el volumen de su voz… si tan solo supieras por qué está tan afectado. “¡Jesús! Es simplemente asombroso. O sea, es increíble, guau… como que casi no lo puedo creer… ¿me entienden?”

El Mudo – No sabes si no tiene nada que decir, le teme a hablar en público o simplemente quiere que descubras todo por tu cuenta. A veces, lo acompaña un incómodo silencio entre canciones.

El Reportero – Te da información, detalles, estadísticas y datos sin emoción alguna. Útil si trabajara en un centro de información, pero no tanto cuando intenta dirigir los corazones de las personas a adorar a Dios.

El Errante – No estás seguro de hacia dónde va o de dónde viene, pero esperas que al menos alguien lo entienda. “En Cristo solo… o sea, sooooolo, amigo. Yo he estado solo. Es un sentimiento feo. Soledad. No quiero estar solo. Para nada.”

El Motivador – Quiere que estés emocionado de principio a fin y usará cualquier técnica para lograrlo: saltos, gritos, movimientos de manos, recorrer el escenario de un lado a otro, contacto visual prolongado, etc. “¡Vamos! ¡Cantémoslo como si lo sintiéramos de verdad!”

El Filósofo – Le gusta analizar posibles interpretaciones e implicaciones de las letras sin llegar a ninguna conclusión concreta. “Cuando cantamos la frase ‘Luz del mundo, viniste a las tinieblas’, me pregunto qué tipo de ‘venir’ fue. ¿Fue como un paso en una escalera o más bien un salto? ¿Realmente fue un paso? ¿Fue un pequeño paso para Jesús pero un gran salto para la humanidad? No sé.”

El Místico – Steve tiene una voz distintiva para “dirigir la adoración” que es diferente a su voz normal. Puede ser un susurro suave o un grito fuerte. En cualquier caso, te preguntas si el Espíritu Santo se encarga de modular la voz.

Con tantas formas de hacerlo mal, podrías pensar que es mejor no decir nada en absoluto. Sin embargo, creo que hay buenas razones para hablar cuando lideramos la adoración. Compartiré esas razones en mi próximo artículo.

*Originalmente publicado por Bob Kauflin en worshipmatters.com