Soy consciente de que, para muchas personas que leen la pregunta planteada en el título de esta publicación, su respuesta inmediata y firme es: “¡Nada!”.
Yo también he sido víctima (y perpetrador) de comentarios durante la adoración congregacional que resultan más una distracción que una ayuda. Por eso, hoy quiero compartir diez aspectos prácticos que, espero, ayuden a que un líder bien intencionado y apasionado no malinterprete lo que he estado diciendo.
1. Reconoce que las palabras de Dios perduran más que las nuestras.
“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.” (Heb. 4:12; cf. 2 Tim. 3:16)
Si voy a decir algo, quiero dirigir la atención de las personas a la verdad inmutable de la Palabra de Dios, en lugar de a mi propia creatividad o ideas. A veces, simplemente leer un pasaje de la Escritura es lo mejor que podemos hacer. Ten una Biblia contigo cuando dirijas, y no leas la Escritura de manera casual o apresurada. También es útil memorizar, o al menos estar muy familiarizado con cualquier pasaje al que hagas referencia.
2. Planifica la progresión de las canciones para que no tengas que hablar tanto.
He descubierto que hablar antes es, por lo general, mejor que hablar después. Es útil considerar cómo se conectan las últimas y primeras líneas de cada canción. Si una canción no necesita introducción, no la des. Comenzar con el coro a veces facilita una mejor transición desde la canción anterior. Aunque no hay una “regla” que diga que no podemos hablar entre cada canción, generalmente no es una buena idea. Solo necesitas una señal en el camino cuando vas a girar.
3. Contempla la belleza de la brevedad.
Di lo que necesitas decir: una idea, un versículo, una aplicación. Si tienes dificultades para seguir tu propio discurso, tus oyentes tampoco lo entenderán bien.
4. Frases breves (habladas o cantadas) entre líneas de una canción pueden lograr lo mismo que comentarios más largos.
En lugar de hablar entre canciones, puedes decir algo durante una canción. Pero no interrumpas tan seguido que las personas se vuelvan inmunes a tus comentarios. Algunas ideas:
- Repite una línea (“Este es el poder… este es el poder”).
- Contrasta una línea (“No entiendo del todo… pero tú lo sabes todo”).
- Expande un pensamiento (“¡Cuán profundo es el amor del Padre!… demostrado en la cruz”).
- Añade algo al pensamiento (“Cuán grande es nuestro Dios… tú rescatas pecadores”).
5. Variar la longitud, el momento y la fuente de lo que dices evitará que la gente se desconecte mentalmente.
Dicho de manera simple: no hagas siempre lo mismo cada vez que dirijas.
6. No subestimes el valor de la preparación.
Dos minutos de hablar pueden requerir dos horas de preparación. Es útil escribir lo que planeas decir. Esto te ayudará a organizar tus ideas, evitar divagar, consultarlo con tu pastor y evitar que se alargue demasiado. Pero no lo leas. He descubierto que cuanto más tiempo dedico a prepararme, más fácil me resulta hablar espontáneamente y desde el corazón.
7. Considera los testimonios, ilustraciones personales y citas no bíblicas como especias: úsalas con moderación o arruinarán la comida.
8. No asumas que tienes que tocar tu instrumento mientras hablas.
El Espíritu Santo no necesita acompañamiento musical para obrar. Pídele a alguien más que toque, o simplemente habla sin música de fondo.
9. La oración también es hablar. Los mismos principios aplican.
Piensa en cómo vas a orar. Fundamenta tus oraciones en las promesas de Dios, no solo en nuestra respuesta. Recuerda que estás orando por la congregación, no solo por ti. Puede ser útil usar frases de las canciones para profundizar su impacto.
10. Pide retroalimentación para saber en qué puedes mejorar.
Tu pastor, tu cónyuge, tus hijos o un buen amigo pueden ayudarte a discernir si lo que dices es útil o no. Y recuerda que cada error es una oportunidad para crecer.
Un punto final: no necesariamente es el trabajo del líder musical hablar. Bien podría hacerlo el pastor, y en algunos casos, él debería ser quien hable. Pero todo líder de adoración se beneficiará de pensar con más cuidado sobre cómo, cuándo y por qué hablar cuando dirige. Tristemente, después de 30 años, sigo aprendiendo sobre esto.
Puedes leer la parte uno aquí y la parte dos aquí.
*Originalmente publicado por Bob Kauflin en worshipmatters.com