Cultivando la gratitud

Escrito por: Bob Kauflin

Director de Gracia Soberana Música

“Entren por Sus puertas con acción de gracias, Y a Sus atrios con alabanza. Denle gracias, bendigan Su nombre.” (Salmo 100:4)

¿Qué valora Dios cuando entramos en su presencia? La gratitud. Nuestra cultura valora mucho el ser “auténtico” al acercarnos a Dios. Ser genuinos. Vulnerables Honestos. Los salmistas no dudan en decirle a Dios cuando la vida está hecha un desastre y están luchando. (Revisa los Salmos 13, 42 y 88). Pero en una sociedad donde la autoexpresión es considerada a menudo la virtud suprema, no estoy tan seguro de que “ser real” delante de Dios sea mi problema. El ser agradecido, sí lo es. ¿Por qué le importa tanto a Dios que seamos agradecidos? Hay varias razones. Aquí hay dos.

Primero, la gratitud hace que Dios sea más grande a mis ojos. “Con cántico alabaré el nombre de Dios, Y con acción de gracias lo exaltaré.” (Salmo 69:30). La gratitud maximiza lo que Dios hace y minimiza lo que yo hago. Mi amigo, C.J. Mahaney, escribe que “Dios está colocando notas adhesivas en nuestras vidas como recordatorios diarios de su presencia y provisión.” (Humildad: Grandeza verdadera) ¿Soy consciente de ellas? ¿Me di cuenta de cómo Dios proveyó para mí ayer? ¿Me apresuro a mi tiempo con Dios con una larga lista de peticiones sin notar que Él ya ha mostrado su cuidado amoroso y soberanía sabia de innumerables maneras? Lo más importante: ¿estoy rebosando de gratitud porque Dios ya resolvió mi mayor problema y suplió mi mayor necesidad al dar a su propio Hijo como sacrificio por mis pecados? Mis problemas presentes se hacen más pequeños y Dios se hace más grande mientras me gozo en lo que Él ya ha hecho.

Segundo, la gratitud me hace consciente de mi necesidad. Uno de mis mayores desafíos es vencer la mentira de que tengo el control y puedo hacer las cosas por mí mismo. Expresar gratitud a Dios me recuerda que necesito su gracia en cada aspecto de mi vida: amar a mi esposa, guiar a mis hijos, servir a los demás, proveer económicamente, resolver problemas, tener frutos, y en un millón de detalles más. ¿Qué tengo que no haya recibido? (1 Cor. 4:7) Nada. Entonces, ¿por qué no soy más agradecido de lo que soy? Mi orgullo autosuficiente me ciega a la realidad del poder y la bondad de Dios obrando en mi vida. Un corazón agradecido abre mis ojos.

Por supuesto, pensar en que necesito ser agradecido no me convierte en una persona agradecida. Necesito tanto cultivarlo como expresarlo. Por eso quiero que mis primeros pensamientos al despertar sean de gratitud a Dios por evidencias específicas de su gracia, especialmente reveladas en el Evangelio. La gratitud marca el rumbo de mi día y me ayuda a ver el “panorama completo”. Y es la manera en la que Dios quiere que me acerque a su presencia. “Den gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para ustedes en Cristo Jesús.” (1 Tes. 5:18)

*Originalmente publicado por Bob Kauflin en worshipmatters.com