Idolatría el domingo por la mañana – Parte 2

Escrito por: Bob Kauflin

Director de Gracia Soberana Música

Intenté encontrar un título impactante para estas publicaciones que nos alertara sobre la diferencia entre un Dios “profesado” y un dios “funcional”. Es decir, el Dios en quien decimos creer y el dios que en realidad gobierna nuestros deseos y acciones.

La idolatría puede estar activa en mi corazón incluso mientras exteriormente estoy adorando a Dios. Es un pensamiento que estremece. Cada vez que pienso que no puedo adorar a Dios a menos que “X” esté presente, estoy haciendo una afirmación profunda. Si ese “X” es algo diferente de Jesucristo y el Espíritu Santo, ya he entrado en territorio idolátrico. La idolatría siempre es mala, pero los ídolos que perseguimos no son necesariamente cosas malas en sí mismas. Son malos para nosotros porque los valoramos más que a Dios.

Podrían escribirse páginas enteras sobre cada uno de los ídolos potenciales que voy a mencionar. La mayoría, si no todos, tocan áreas que pueden y deben usarse con discernimiento para servir al pueblo de Dios cuando nos reunimos a cantar Sus alabanzas. Algunos son más importantes que otros. Pero todos están destinados a exaltar a Dios, no a reemplazarlo.

Música
Los estilos musicales para la adoración congregacional han generado bastante revuelo en años recientes. De hecho, lo han hecho por siglos, y con razón. La música es un medio poderoso que puede afectarnos positiva o negativamente. Sin embargo, la raíz de la división muchas veces (aunque no siempre) está en personas que insisten en que saben qué tipo de música le gusta a Dios. No ha ayudado que los “partidarios de la música nueva” sean a menudo arrogantes, insensibles, egoístas e impacientes. Sin embargo, podemos hacer un ídolo tanto de lo viejo y conocido como de lo nuevo y creativo. La música debe ser escogida con sabiduría por su capacidad de servir tanto a la letra como a la congregación para realmente honrar a Dios. Pero pensar que necesitamos cierto tipo de música para poder relacionarnos verdaderamente con Dios es, en el fondo, idolatría.

Tradición
Toda iglesia, incluso las que dicen no ser tradicionales, tiene tradiciones. Una tradición es simplemente algo que has hecho más de una vez. ¿Pueden las tradiciones servir a los propósitos de Dios en la iglesia? ¡Por supuesto! Pablo anima a los Tesalonicenses: “Así que, hermanos, estén firmes y conserven las doctrinas que les fueron enseñadas, ya de palabra, ya por carta nuestra.” (2 Tesalonicenses 2:15) Pero ¿nuestras tradiciones hoy tienen la misma autoridad que las Escrituras? ¡Definitivamente no! Cada generación es responsable de examinar si las tradiciones que han heredado (o que están buscando establecer) son bíblicas y realmente ayudan a las personas a exaltar el valor y las obras de Dios. Los ídolos complementarios de la familiaridad y la comodidad a menudo se revelan en frases como: “Nunca lo hemos hecho así antes.”

Creatividad
Para que esta lista no parezca parcial, lo NUEVO también puede ser un ídolo. Estamos convencidos de que alguna idea fresca, diferente, nunca antes vista hará que nuestra adoración congregacional sea más efectiva. O poderosa. O atractiva. Tal vez es la iluminación… o un nuevo diseño del escenario… o un video… o velas… o estandartes… o una “actividad artística interactiva”. La creatividad nunca es nuestro objetivo al adorar a Dios. Es simplemente un medio para el fin de mostrar y ver con mayor claridad la gloria de Cristo. Nuevas formas o medios de comunicación pueden darnos una perspectiva diferente, haciendo que la verdad tenga mayor impacto en nosotros. Pero si al salir de un tiempo de adoración corporativa estamos más impactados por nuestra creatividad que por nuestro Salvador, o si pensamos que la Palabra de Cristo es “noticia vieja”, que Dios tenga misericordia de nosotros.

Sé que lo que escribo puede ofender a algunos. Oro para que no sea así, aunque lo que percibimos como “ofensa” podría ser la convicción del Espíritu. También podría ser mi pobre manera de comunicar. Pero de esto estoy seguro: Dios está comprometido a recibir toda la gloria, honra y alabanza cada vez que nos reunimos como Su pueblo, redimido por el sacrificio expiatorio de Su Hijo. Él no tendrá rivales. “Yo soy el Señor, ese es Mi nombre; Mi gloria a otro no daré, ni Mi alabanza a imágenes talladas.” (Isaías 42:8) Cada vez que nos reunimos para adorar al Dios trino, ÉL debe ser el centro absoluto de nuestra atención y afectos. Su grandeza y esplendor deben hacerse más grandes en nuestras mentes, corazones y voluntades. Sus deseos y mandamientos deben volverse más valiosos para nosotros. Jesucristo y Su obra expiatoria deben parecernos cada vez más gloriosos y asombrosos.

*Originalmente publicado por Bob Kauflin en worshipmatters.com