Idolatría el domingo por la mañana – Parte 4

Escrito por: Bob Kauflin

Director de Gracia Soberana Música

Quiero seguir abordando el tema de identificar los ídolos que podríamos estar sirviendo en nuestro corazón, incluso cuando nos reunimos con el pueblo de Dios para adorarlo. En entradas anteriores vimos la música, la tradición, la creatividad, la experiencia y la liturgia. Aquí hay uno más (bueno, en realidad dos).

Conocimiento bíblico
Quiero ser cauteloso al incluir el “conocimiento bíblico” como un posible ídolo. La razón por la que lo hago es porque podemos buscar de forma equivocada un conocimiento doctrinal que está desconectado del conocimiento de Dios mismo. Tenemos que reconocer esta posibilidad o fácilmente caeremos en el error de los fariseos, quienes se enorgullecían más de tener la “razón” que de su relación con Dios. Nosotros también podemos sentirnos más impresionados por la teología precisa en nuestros cantos que por el hecho de que Dios nos ha mostrado misericordia en Jesucristo.

La doctrina y la teología, cuando se estudian y aplican con humildad, siempre nos llevan a temer, amar y adorar más a Dios, no menos. Por esa razón, Jesús reprendió a los fariseos por buscar un conocimiento de las Escrituras que no los llevaba a Él: “Ustedes examinan las Escrituras porque piensan que en ellas tienen vida eterna; y es ellas las que dan testimonio de Mí; y ustedes no quieren venir a Mí para tener esa vida” (Juan 5:39–40). A medida que crecemos en nuestro entendimiento y amor por la Palabra de Dios, eso siempre debería producir en nosotros una humildad y piedad correspondientes. Es trágico que aquellos que defienden con más vehemencia ciertas formas de adorar a Dios a menudo ignoren la humildad que Dios más estima. “Pero a este miraré: al que es humilde y contrito de espíritu, y que tiembla ante Mi palabra” (Isaías 66:2).

Ignorancia bíblica
Por otro lado, podemos exaltar nuestra ignorancia de las Escrituras mientras adoramos a Dios, diciendo que “las palabras estorban la adoración”. Cuando no valoramos intencionalmente la Palabra de Dios como la influencia principal y la sustancia central de nuestra adoración, otras autoridades se apresuran a ocupar su lugar. No somos más espirituales, ni estamos más cerca de Dios, ni somos más maduros por pensar que no necesitamos palabras para comunicarnos con Él.

Dios siempre ha puesto Su Palabra en el centro de nuestra comunión con Él, ya sea por medio del canto, la oración o la predicación. A través de la Palabra de Dios es como mejor llegamos a conocer Quién es Él, quiénes somos nosotros y cómo debemos relacionarnos con Él (Éxodo 20:1-26; 1 Reyes 8:9; Éxodo 34:6-7; Josué 1:7-8; 2 Crónicas 31:2-4; 34:29-33; Salmo 119:1-176; Salmo 19:7-11; Mateo 15:8; Hechos 13:48-49; Colosenses 3:16; 1 Timoteo 4:13).

*Originalmente publicado por Bob Kauflin en worshipmatters.com