Cuando Dios viene a la iglesia

Escrito por: Bob Kauflin

Director de Gracia Soberana Música

Al comenzar el 2009, me encontraba leyendo When God Comes to Church de Ray Ortlund, Jr. No quería que pasara más tiempo sin compartir algunas citas excelentes de este libro que se publicó en el año 2000. La primera mitad del libro describe lo que Dios hace para traer un avivamiento (desciende, reanima, sana, derrama su Espíritu, levanta y restaura). La segunda mitad describe lo que nosotros podemos hacer para preparar el camino (volver, buscar, humillarnos). Cada capítulo es una exposición de un pasaje específico del Antiguo Testamento.

Ortlund comienza con:

“El avivamiento es una temporada en la vida de la iglesia cuando Dios hace que el ministerio normal del evangelio avance con extraordinario poder espiritual.” (p. 9)

Más adelante dice:

“El verdadero avivamiento es una tradición bíblica firmemente establecida. Merece nuestra aceptación como una experiencia acreditada, ortodoxa, con impecables credenciales bíblicas y profundas raíces históricas. Permanece firme como una parte válida de los caminos de Dios con su pueblo, para ser atesorada en el pasado y buscada en el presente.” (p. 46)

Al leer el libro, me di cuenta de que quiero que ese tipo de avivamiento sea mi oración y expectativa para el resto de mi vida. Nunca quiero conformarme con una actitud de “negocios como siempre” al dirigir la alabanza, ni pensar que el fruto de lo que hago depende en última instancia de mi preparación, planificación, dones o experiencia. Si vamos a ver algún cambio duradero en nuestras reuniones, debe venir de la presencia de Dios en medio de nosotros.

Aquí hay algunas citas que me impactaron, junto con mis comentarios. Oro para que sean de ánimo para ti.

Obstaculizando la bendición del Espíritu

“No podemos provocar una visitación divina en nuestras iglesias, pero es nuestra responsabilidad ofrecerle en oración a nuestro Señor una iglesia impregnada del evangelio y tiernamente receptiva a su presencia. La bendición de su Espíritu no debería tener que luchar contra la lógica y el ethos que creamos.” (p. 17)

¿Funciona mi iglesia con una lógica o ethos que obstaculiza la bendición del Espíritu de Dios? ¿Dependemos de la tecnología, la manipulación, la creatividad o nuestros propios dones para provocar un cambio en las personas? ¿Estamos impregnados del evangelio y tiernamente receptivos a su presencia? ¿O enfatizamos lo que hacemos y avanzamos a toda prisa con nuestros planes, esperando que de algo bueno resulte?

Conformándonos con la rutina

“Podemos conformarnos con una rutina de actividades en la iglesia y en nuestros grupos pequeños y estudios bíblicos, con poca expectativa de algo nuevo. Lo familiar se vuelve predecible, y todo de aquí en adelante será más de lo mismo. Metemos nuestra cucharita en el vasto océano del Dios viviente. Sosteniendo esa cucharita en la mano, decimos: ‘Este es Dios.’ La vertemos en nuestras vidas, y decimos: ‘Esta es la experiencia cristiana.’” (p. 41)

¿Reflejan nuestras vidas el poder, la maravilla, la gloria, el amor y la santidad del Dios viviente? ¿Restamos importancia a las expectativas de las personas de conocer a Jesucristo?

Dios es paciente, nosotros no

“No debemos pensar en Dios como un avaro cósmico, que reparte a regañadientes bendiciones mezquinas. En cambio, deberíamos vernos a nosotros mismos como personas que lo importunan constantemente con ruegos interminables y groseros. Él es asombrosamente paciente y bondadoso.” (p. 55)

¿Con cuánta frecuencia asumo que cuando Dios no responde a mis oraciones, el problema está en Él y no en mí? ¿Con cuánta frecuencia paso por alto las incontables maneras en que ya ha derramado sus bendiciones?

Los métodos importan

“Una iglesia arrepentida entiende que los métodos nunca están libres de valores, sino que siempre revelan en qué realmente confiamos.” (p. 75)

Es “arriesgado” confiar total y completamente en la promesa de Dios de obrar activamente mediante sus medios designados: la predicación de su Palabra, la proclamación del evangelio y la comunión de su pueblo (Heb. 4:12; Ro. 1:16; 1 Co. 11:26; Mt. 18:20).

La prueba de que el Espíritu está con nosotros

“¿Cuál es la prueba de que el Espíritu está siendo derramado sobre nosotros? La voz de la iglesia resuena con claridad profética. El pueblo de Dios ya no está pasivo, intimidado, apático, incierto. Ya no está enfocado en sí mismo, la comodidad o la conveniencia. Ya no se quejan, ni murmuran, ni protestan. En cambio, se vuelven audaces al alabar a Dios y proclamar la verdad del evangelio, ‘declarando las maravillas de Dios’” (Hch. 2:11). (p. 87)

Convertirnos de la autoexaltación a la exaltación de Cristo, del enfoque en nosotros mismos al enfoque en Cristo, es una verdadera señal de la presencia de Dios en medio de nosotros.

Activos, pero no vivos

“La iglesia debe distinguirse por su espiritualidad. El avivamiento provoca un firme rechazo de los insensatos dispositivos carnales que impulsan el motor de la iglesia y un gozoso redescubrimiento del poder asombroso de la simple espiritualidad bíblica. El avivamiento de una iglesia muerta ocurre mediante un despertar espiritual concedido por Dios, no mediante nuestros programas y mecanismos. Si una iglesia está animada por otras fuerzas, puede estar activa, pero no está viva.” (p. 120)

Que Dios nos proteja de tener la apariencia de vida en nuestras iglesias y ministerios —actividades, programas, agendas llenas— y no tener verdadera vida, la cual solo puede venir por medio del evangelio y el poder del Espíritu de Dios.

¿Qué estás esperando?

“Dios no está limitado a nuestras experiencias pasadas, nuestras tradiciones o lo que pensamos que debería ser el siguiente paso de la iglesia. Debemos dejar espacio para el misterio divino, para la sorpresa. Dios nunca actúa fuera de su carácter, pero sí excede nuestras expectativas.” (p. 31)

¿Qué estás esperando que Dios haga en y a través de tu vida este año? ¿Estás anticipando que quizás te sorprenda?

*Originalmente publicado por Bob Kauflin en worshipmatters.com