Uno de los tambores que nunca me cansaré de golpear es este: Toda adoración bíblica está enraizada y es posible únicamente gracias a la cruz de Cristo. En mi experiencia, la iglesia contemporánea (y cualquier iglesia, para el caso) siempre corre el peligro de descuidar el evangelio en sus canciones. Lo dije de esta manera en mi libro Worship Matters:
El evangelio no es meramente uno de los muchos temas posibles que podemos tocar cuando venimos a adorar a Dios. Es el tema central y fundamental. Toda nuestra adoración se origina y se enfoca en la cruz de Jesucristo.
Gloriarse en Jesucristo significa gloriarse en su cruz. Eso no significa mirar algún ícono o dos pedazos de madera clavados juntos. Tampoco implica que cada canción que cantamos tenga la palabra cruz en ella. Tiene poco que ver con reuniones de iglesia que son más como un funeral que como una celebración.
La cruz representa todo lo que se logró a través de la vida, muerte y resurrección de Jesús, el Hijo de Dios. Se enfoca en su muerte sustitutiva en el Calvario, pero incluye todo lo que dio sentido a ese acto: su estado preexistente en gloria, su encarnación, su vida de obediencia perfecta, su sufrimiento, su resurrección, su ascensión, su intercesión y reinado presente en gloria, su regreso triunfante.
Siempre insistiré en que los pastores de adoración dirijan una adoración centrada en el evangelio que se caracterice por:
- Una conciencia de que la cruz/el evangelio debe mencionarse en algún momento durante el tiempo de canto.
- Ver el evangelio como nuestra motivación principal para alabar a Dios.
- Ayudar a las personas a entender que solo Jesús nos permite acercarnos a Dios, no la música, los músicos, los líderes de adoración o las canciones particulares de adoración.
- Animar a las congregaciones a entusiasmarse más con el tema del que la Biblia está más entusiasmada: el Cordero de Dios que fue inmolado.
Cuando el evangelio pierde su poder
Pero con los años he aprendido que esta verdad vital puede aplicarse incorrectamente. Podemos practicar una adoración congregacional centrada en el evangelio de una manera más obligatoria que llena de fe. Lo que una vez magnificó la gloria de Cristo se convierte en una repetición sin vida. Mi amigo Jon Payne compartió conmigo algunos pensamientos sobre este tema que encontré útiles. Señaló que un enfoque en la estructura rígida de la adoración centrada en el evangelio puede llevar a algunos de los siguientes problemas:
- Pensar que cada canción debe ser exclusivamente sobre la justificación, la valentía ante el trono o el perdón completo de nuestros pecados.
- Pensar que cada lista de canciones debe culminar con una canción “del evangelio.”
- Una incapacidad para hacer referencia o articular de manera única otros aspectos del evangelio —adopción, reconciliación, unión con Cristo, etc.
- Una escasez de otros temas en nuestras canciones como la sabiduría de Dios, la eternidad de Dios, el poder de Dios, la encarnación, el señorío de Cristo, el cielo.
- Adorar una doctrina en lugar de permitir que esa doctrina nos lleve a un Salvador vivo. No estamos “coronando el evangelio con muchas coronas.”
Dirigir una adoración centrada en el evangelio de manera incrédula puede dar malos frutos:
- El evangelio y el Salvador pierden gloria a los ojos de adoradores aburridos.
- La gente desarrolla una visión limitada de Dios y sus atributos.
- Las personas no aprenden cómo aplicar el evangelio a otras áreas de la vida/temas bíblicos.
- El evangelio se convierte en una declaración cruda y repetitiva de hechos en lugar de un lente a través del cual vemos toda la vida.
- Pensamos que una referencia explícita al evangelio hace aceptable nuestra adoración, en lugar de confiar en un Salvador crucificado y resucitado.
- En lugar de esperar encontrarse con Dios a causa del evangelio, la gente viene esperando repetir hechos sin fe.
Es nuestra responsabilidad como líderes asegurarnos, como decían los puritanos, de que siempre “trabajemos para ser afectados por la cruz.” El evangelio de Jesucristo es la mejor noticia que el mundo ha escuchado jamás, y nuestro canto debe reflejarlo.
¿Qué has hecho para asegurarte de que cantar sobre la obra redentora de Cristo en la cruz nunca se vuelva una rutina?
*Originalmente publicado por Bob Kauflin en worshipmatters.com