“Vengan a Mí, todos los que están cansados y cargados, y Yo los haré descansar. Tomen Mi yugo sobre ustedes y aprendan de Mí, que Yo soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para sus almas. Porque Mi yugo es fácil y Mi carga ligera.” (Mateo 11:28-30)
Recientemente medité en estas palabras de Jesús durante mis devociones matutinas. Son buenas noticias para cualquiera de nosotros que alguna vez nos sintamos estresados, tensos, ansiosos, agobiados, nerviosos, sobrecargados, saturados, o cualquier palabra que usemos para describirnos cuando sentimos que no podemos con la vida. Creo que eso nos incluye a todos.
Después de agradecer a Su Padre que ha escondido las verdades del reino de “los sabios e inteligentes y las ha revelado a los niños,” Jesús describe un problema, una promesa y un camino.
El problema es universal. Trabajamos y estamos cargados. Por la razón que sea, la vida se vuelve cada vez más difícil. Claro, lo estamos intentando, pero no progresamos mucho. Los niños todavía no obedecen, tu agenda sigue saturada, el jefe no se da por satisfecho, todos quieren algo de ti, y nadie nota tus esfuerzos titánicos por mantener todo en pie.
En medio de nuestras luchas, Jesús promete descanso para nuestras almas. No creo que muchas personas en nuestra sociedad experimenten el tipo de descanso que Jesús promete, aunque todos lo desean. Lo buscamos en todos los lugares equivocados: deportes, recreación, posesiones, computadoras, televisión y películas, y terminamos tan vacíos e inquietos como cuando comenzamos nuestra búsqueda.
Todos nos identificamos con el problema, y estamos ansiosos por disfrutar del alivio prometido. Sin embargo, pocos estamos dispuestos a someternos al camino que Jesús traza. “Tomen Mi yugo sobre ustedes y aprendan de Mí, que Yo soy manso y humilde de corazón.”
En esencia, Jesús dice: “Vuélvanse como Yo —manso y humilde.” El camino hacia la paz interior implica reconocer que la raíz de nuestro caos y estrés no son las demás personas, sino nuestro orgullo exigente. Insistimos en que podemos manejar nuestros problemas solos. Soportaremos el estrés si al menos nos dan el crédito. Evitamos toda culpa y solo esperamos que esta temporada también pase.
Hay solo un problema. Si la situación cambia, Dios será fiel para proveer otra que exponga nuestra autosuficiencia. Él no quiere que demostremos que podemos salir adelante solos, sino que somos completamente dependientes de Él. No dará descanso a quienes lo buscan aparte del Salvador.
Así que si te sientes agobiado por la vida, toma el yugo del Salvador —mansedumbre y humildad de corazón. Él no solo es nuestro mejor ejemplo de ello, sino nuestra única fuente. Piensa en los demás como superiores a ti mismo. Busca consejo y ayuda de quienes te rodean. Sirve las necesidades de otros. Confiesa tu deseo pecaminoso de impresionar. Reconoce tus debilidades, y confía en Dios para obtener la fuerza necesaria para cumplir con tus responsabilidades con gozo y fe.
Y experimenta el yugo fácil y la carga ligera del Salvador. Es su promesa para quienes reconocen que no son más que niños pequeños bajo el cuidado de su bondadoso Padre celestial.
*Originalmente publicado por Bob Kauflin en worshipmatters.com