Los cristianos adoran a un Dios trino: Padre, Hijo y Espíritu. Las tres personas son igualmente Dios y dignas de adoración. Esa es una de las muchas cosas que nos distingue de los budistas, musulmanes y mormones. Pero las tres personas de la Trinidad poseen roles y relaciones únicas. No venimos a Jesús a través del Padre. El Espíritu no envía a Jesús. El Padre no murió por nosotros.
Una de las distinciones que existe en la Trinidad es que tanto el Padre como el Espíritu comparten el deseo de exaltar al Hijo. Mira Filipenses 2:9-11:
Por lo cual Dios también lo exaltó hasta lo sumo, y le confirió el nombre que es sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Jesús dijo: “Pero cuando Él, el Espíritu de verdad venga… Él me glorificará, porque tomará de lo Mío y se lo hará saber a ustedes.” (Juan 16:13-14).
A la luz de esta realidad, es importante que nos preguntemos: “¿Qué diferencia hace Jesús en las canciones que escribimos, tocamos y cantamos cuando nos reunimos como iglesia?”
1. Jesús es el líder de nuestras canciones. (Hebreos 2:10-12)
Esto tiene al menos tres implicaciones:
Nuestras canciones son posibles gracias a Jesús.
La separación del “Lugar Santísimo” del resto del tabernáculo y el templo en el Antiguo Testamento dejaba claro que no podemos acercarnos a Dios como queramos, cuando queramos. Tenemos que encontrar una manera de acercarnos a Dios, el fuego consumidor (Hebreos 12:29), sin ser consumidos. Jesús es ese camino.
Entonces, hermanos, puesto que tenemos confianza para entrar al Lugar Santísimo por la sangre de Jesús, por un camino nuevo y vivo que Él inauguró para nosotros por medio del velo, es decir, Su carne, y puesto que tenemos un gran Sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, teniendo nuestro corazón purificado de mala conciencia y nuestro cuerpo lavado con agua pura. (Hebreos 10:19-22)
Nuestras canciones son aceptables gracias a Jesús.
También ustedes, como piedras vivas, sean edificados como casa espiritual para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo. (1 Pedro 2:5)
No es la excelencia de nuestras canciones lo que hace que nuestra adoración sea agradable a Dios, sino la excelencia de Cristo.
Nuestras canciones son unidas por Jesús.
Porque Él mismo es nuestra paz, y de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación. (Efesios 2:14)
Somos una casa espiritual, no un grupo de ladrillos dispersos. Estamos unidos por nuestro común Líder y Salvador, no por nuestras preferencias musicales comunes.
Algunas implicaciones de estas verdades:
- Necesitamos a Dios para acercarnos a Dios.
- A pesar de cuántas veces se diga, ningún músico llevará jamás a alguien a la presencia de Dios. Solo Jesús puede hacer eso.
- Deberíamos estar más agradecidos que ansiosos mientras nos preparamos para dirigir. Se trata del desempeño de Jesús, no del nuestro.
- Nuestra “adoración” no es más aceptable para Dios porque acertamos todas las notas. A la gente que dirigimos puede agradarle, pero incluso nuestra mejor ejecución requiere la muerte de Cristo para ser digna de la santidad de Dios.
- La música nos une por un momento. Jesús nos une por la eternidad.
2. Jesús es el contenido de nuestras canciones.
Colosenses 3:16 dice: “Que la palabra de Cristo habite en abundancia en ustedes, con toda sabiduría enseñándose y amonestándose unos a otros con salmos, himnos y canciones espirituales, cantando a Dios con acción de gracias en sus corazones.”
Esa palabra de Cristo es la palabra acerca de Cristo: quién es y lo que ha hecho. En otras palabras, el evangelio. Si la palabra de Cristo ha de habitar ricamente en nosotros mientras cantamos, eso significa que una porción significativa de nuestras letras debe enfocarse en la persona y las obras de Jesús.
La persona de Jesús (Hebreos 1:1-4; Colosenses 1:15-19)
Jesús es el resplandor de la gloria de Dios, la imagen misma de su naturaleza. En Él están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento. Él es plenamente Dios, plenamente hombre, Rey de reyes y Señor de señores. No hay nadie como Él y nunca nos aburriremos de contemplarlo. Jesús es infinitamente glorioso simplemente por contemplarlo. Como un diamante que refracta un nuevo haz de luz cada vez que se mueve, en la eternidad nunca agotaremos las facetas de la gloria y belleza de Cristo.
Las obras de Jesús
Todas las cosas fueron creadas por medio de Él y son sostenidas por el poder de su palabra. Jesús tomó carne, obedeció perfectamente a su Padre, absorbió la ira de Dios en nuestro lugar, resucitó, ascendió al Padre y regresará para destruir la muerte, ejercer justicia y vivir con su novia para siempre.
El centro de las obras de Cristo es su muerte en la cruz, donde se hizo pecado, soportó la ira de Dios y rescató a un pueblo para la gloria de su Padre. Este es el corazón del evangelio. (1 Corintios 2:2; Apocalipsis 5:9)
Pero jamás acontezca que yo me gloríe, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo ha sido crucificado para mí y yo para el mundo. (Gálatas 6:14)
Algunas implicaciones:
- Necesitamos encontrar, escribir y cantar más canciones que expliquen quién es Jesús y lo que ha hecho.
- Jesús debería ser más grande en nuestras mentes y corazones después de reunirnos para cantar su alabanza.
- Debemos ayudar a nuestra gente a ir más allá de frases hechas y el lenguaje cristiano superficial para pensar profundamente en la gloria de Cristo.
- Debemos incorporar la Palabra de Dios en nuestro canto de manera que Jesús aparezca más claramente y más glorioso.
3. Jesús es la gloria de nuestras canciones.
¿Cuál es la mejor parte de dirigir a las personas a adorar a Dios en canto?
Nuestras canciones son mejores cuando se glorían en Jesucristo. Cuando conmueven nuestros corazones a honrarlo y amarlo por encima de todo. ¡Esto es lo que está pasando en el cielo! Criaturas vivientes, ancianos, ángeles, todos clamando:
“que decían a gran voz: «El Cordero que fue inmolado es digno de recibir el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, el honor, la gloria y la alabanza». Y oí decir a toda cosa creada que está en el cielo, sobre la tierra, debajo de la tierra y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay: «Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el dominio por los siglos de los siglos».” (Apocalipsis 5:12-13)
Nadie está diciendo: “Esto es genial, pero ¿cuándo sale la banda? ¿Dónde está Chris Tomlin?” Pablo dijo en Filipenses 1:21 que su objetivo era que “Cristo sea exaltado en mi cuerpo, ya sea por vida o por muerte. Porque para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia.” (Filipenses 1:20-21). ¿Qué significa eso para nosotros? Practiquen su música. Mejoren en su música. Disfruten su música. Pero no dejen que la música sea su vida. Jesús es mejor.
Jim Elliott, el misionero del siglo XX que murió a los 28 años, dijo: “No es tonto el que da lo que no puede guardar para ganar lo que no puede perder.” Lo que tenemos en Cristo, no podemos perderlo. Renunciemos a la búsqueda insensata de tratar de encontrar algo mejor en nuestras luces, arreglos y riffs. Las experiencias más grandiosas, trascendentes y poderosas aquí son solo un susurro de lo que nos espera en los nuevos cielos y la nueva tierra cuando veamos a Jesús cara a cara, cuando lo veamos tal como es. No hemos experimentado aún la gloria de ver a Jesús, y nunca lo haremos por completo en esta vida. Pero un día, si hemos confiado en la obra terminada de Cristo, nos sentaremos en la cena de las bodas del Cordero y estaremos con nuestro Salvador para siempre.
Así que disfrutemos plenamente los dones musicales que Dios nos ha dado ahora, reconociendo que lo mejor —ver a Jesús cara a cara— aún está por venir. Mientras tanto, oro para que Jesús sea cada vez más el líder, el contenido y la gloria de nuestras canciones.
*Originalmente publicado por Bob Kauflin en worshipmatters.com