Después de 33 años de ser cristiano, estoy aprendiendo que muchos de mis actos y pensamientos piadosos están acompañados por un peligro correspondiente de desequilibrio o engaño. Eso significa que, mientras persigo la obediencia en un área, también podría estar persiguiendo la idolatría en otra.
Porque soy tentado a descansar en mi propia justicia delante de Dios, incluso después de la conversión, constantemente busco maneras de restringir los mandamientos de Dios, elogiar mi propio desempeño o intercambiar una virtud por otra. He encontrado particularmente útil esta oración de El valle de la Visión para discernir mis tendencias a la autoexpiación. La he dividido en tres categorías:
Usando la Verdad Correctamente
Oh Señor,
Que nunca deje de llegar al conocimiento de la verdad,
Nunca repose en un sistema de doctrina, por muy bíblico que sea,
Que no traiga ni promueva la salvación,
Ni me enseñe a negar la impiedad y los deseos mundanos,
Ni me ayude a vivir con sobriedad, justicia y piedad;
Confiando en la Gracia
Nunca confíe en mis propias convicciones y resoluciones,
Sino que sea fuerte en Ti y en tu poder;
Nunca deje de hallar tu gracia suficiente
En todos mis deberes, pruebas y conflictos;
Nunca olvide acudir a Ti
En todas mis angustias espirituales y problemas externos,
En todas las insatisfacciones que experimento con los consuelos de las criaturas;
Nunca deje de refugiarme en Aquel que está lleno de gracia y verdad,
El amigo que ama en todo tiempo,
Que se compadece de mis debilidades,
Y que puede hacer muchísimo más de lo que pido o entiendo;
Adoración como Vida
Nunca limite mi religión a ocasiones extraordinarias,
Sino que te reconozca en todos mis caminos;
Nunca limite mi devoción a temporadas particulares
Sino que ande en tu temor todo el día;
Nunca sea piadoso solo en el día de reposo o en tu casa,
Sino cada día, fuera y dentro del hogar;
Nunca haga de la piedad un vestido sino un hábito,
No solo un hábito sino una naturaleza,
No solo una naturaleza sino una vida.
(El valle de la visión, pág. 64)
Que busquemos una relación con Dios que solo es posible mediante una dependencia constante en los méritos, la obediencia y la muerte satisfactoria de nuestro Salvador, Jesucristo.
*Originalmente publicado por Bob Kauflin en worshipmatters.com
