El temor al hombre, la desesperanza y el evangelio

Escrito por: Bob Kauflin

Director de Gracia Soberana Música

Recientemente prediqué sobre Gálatas 2:16 acerca de “El evangelio y el temor al hombre”. Este es el pasaje donde Pablo confronta a Pedro por sus acciones hipócritas:

Pues antes que vinieran algunos de parte de Jacobo, Pedro comía con los gentiles; pero cuando ellos llegaron, comenzó a retraerse y apartarse, porque temía a los de la circuncisión. (Gál. 2:12)

Pablo señala que el comportamiento de Pedro ya no estaba de acuerdo con la verdad del evangelio, el cual dice que nadie será justificado como resultado de obedecer ciertas leyes, sino solo por medio del sacrificio expiatorio de Cristo. Pero a Pedro le importaba más la aprobación que venía de los hombres que la aprobación que viene de Dios por medio de Cristo.

Compartí que la misma raíz que impidió a Pedro comer con no judíos, el temor al hombre, fue la que me llevó a experimentar un “colapso de pecado” hace algunos años. A mediados de los 90 pasé por una batalla significativa contra la desesperanza. Me despertaba cada mañana con este pensamiento: “Tu vida es completamente desesperanzada.” Mi día iba cuesta abajo desde ahí. Durante unos tres años experimenté ataques de pánico frecuentes, picazón y entumecimiento, dificultad para respirar, y una sensación de vacío en el pecho.

Hubo varios factores que contribuyeron, pero una raíz principal fue el temor al hombre. “Temía” que otros no compartieran la misma alta opinión que yo tenía de mí mismo. “Temía” que me rechazaran, o que pensaran mal de mí. Esos pensamientos, repetidos cientos de veces al día, me llevaron a episodios de ansiedad, depresión y desesperanza.

Una mañana estaba confesando a un pastor y buen amigo de otra iglesia de Sovereign Grace que me sentía desesperanzado todo el tiempo. Me miró con una compasión valiente y dijo: “No creo que estés lo suficientemente desesperanzado.” Al principio pensé que estaba bromeando; pero luego me di cuenta de que hablaba completamente en serio. Continuó. “Si estuvieras completamente desesperanzado, dejarías de confiar en lo que crees que puedes hacer para cambiar la situación, y comenzarías a confiar en lo que Jesucristo ya ha hecho por ti en la cruz.”

Se me encendió una luz. Me di cuenta de que no había estado abrazando el hecho de que, aparte de Jesús, realmente no tengo esperanza (Ef. 2:12). Durante los meses posteriores a esa conversación, cada vez que comenzaba a sentir ansiedad o desesperanza, me decía a mí mismo: “Soy una persona desesperanzada. Pero Jesucristo murió por personas desesperanzadas.” Empecé a ver que mi incapacidad para vivir a la luz del evangelio estaba enraizada en mi deseo de encontrar esperanza en algo que yo había hecho en lugar de en lo que mi Salvador había hecho. Quería algún tipo de crédito, algún tipo de reconocimiento, algún tipo de afirmación de que Dios sabía lo que hacía cuando me eligió para ser su hijo.

Afortunadamente, el evangelio trae mejores noticias que esas. Mi aceptación delante de Dios no está basada en nada que yo haya hecho ni que jamás haré.

Dios comunica lo mismo a los israelitas cuando están a punto de entrar en la Tierra Prometida:

“El Señor no puso Su amor en ustedes ni los escogió por ser ustedes más numerosos que otro pueblo, pues eran el más pequeño de todos los pueblos; mas porque el Señor los amó y guardó el juramento que hizo a sus padres, el Señor los sacó con mano poderosa y los redimió de la casa de servidumbre, de la mano de Faraón, rey de Egipto.” (Deut. 7:7-8)

Lo que he seguido aprendiendo es esto: nunca dejo de necesitar un Salvador. La alabanza que busco de los demás nunca sustituirá la justicia que Cristo ha obtenido por mí delante de un Dios santo. En otras palabras, la única aprobación que importa es imposible de ganar, pero se nos da como un regalo en el evangelio.

Oro para que tu vida esté cada vez más llena de la esperanza gozosa que proviene de conocer a Cristo Jesús, quien es y por siempre será nuestra única esperanza (1 Tim. 1:1).

*Originalmente publicado por Bob Kauflin en worshipmatters.com