Un interludio bueno no garantiza otro igual
Hace algunos años asistí a la reunión dominical de una iglesia que cantaba principalmente himnos tradicionales. Las voces guiaban las canciones, y había pocos interludios instrumentales entre los versos, si es que había alguno. Pero al final de la reunión estaba exhausto. No solo porque los himnos estaban en tonalidades más altas de las que estaba acostumbrado, sino porque mi voz nunca tuvo descanso. Sabía que mi experiencia se debía en parte a las diferencias